Lo que no dice la publicidad sobre la receta de Coca-Cola

Después de muchos años por fin he comprendido, gracias a la publicidad, que la Coca-Cola es un alimento básico que está situado en la base de la pirámide alimentaria. O eso deben creer en el departamento de marketing a la vista de la última campaña de publicidad que ha aparecido recientemente en paradas del autobús y vallas publicitarias.

En la campaña, que reproduzco más abajo, se muestra la sinuosa botella de cristal de Coca-Cola vacía sobre fondo blanco, con las típicas gotas como de rocío sobre el cristal, y un texto que dice “Sin conservantes añadidos. Sin aromas artificiales. Desde 1886”. Nada de movimiento ni diseño gráfico innovador… solo una botella vacía sobre fondo blanco. Una campaña muy probablemente dirigida a adultos preocupados por la conveniencia de incluir en su dieta (o la de sus hijos) semejante producto.

Supongo que para el consumidor medio esta campaña será un impacto publicitario más de los miles que recibe a diario, pero a mi particularmente me ofende la forma en que se utilizan texto e imagen para establecer un paralelismo entre la Coca-Cola y el agua: Ambos tan cristalinos (¿por qué la botella está vacía?), tan refrescantes, “sin conservantes añadidos, sin aromas artificiales y de toda la vida”, en una palabra, tan naturales… Si para algo ha servido la psicología y el estudio de la heurística es para hacer publicidad más efectiva.

Lo que la publicidad no dice sobre la receta de Coca-Cola
A la izquierda, marquesina de parada de autobús con la publicidad de Coca-Cola. A la derecha, botellín de Coca-Cola en la sección de zumos refrigerados, que es donde debería estar.

AVISO LEGAL: En ningún momento se utiliza el término “natural” o equivalentes referidos a los productos de Coca-Cola Company. La empresa niega toda responsabilidad sobre cualquier interpretación errónea que los consumidores puedan hacer de sus campañas de publicidad.

Los ingredientes de la Coca-Cola

Según la etiqueta que aparece en la foto, la Coca-Cola contiene agua carbonatada, azúcar, colorante E-150d (o “caramelo al amoniaco, que contiene 2-acetil-4-(5)-tetrahidroxibutilimidazol, sustancia que puede afectar al sistema inmune y que la FAO/OMS recomienda no ingerir por encima de 200 mg/día por kg de peso), acidulante E-338 (o ácido fosfórico, que se obtiene mediante el tratamiento químico de rocas de fosfato de calcio. Entre sus propiedades están el producir descalcificación y poder ser corrosivo (aunque no toxico) en soluciones a partir del 85%), y “aromas” (incluyendo cafeína).

Como cabría esperar, la publicidad de Coca-Cola no miente, pero eso no significa necesariamente que diga la verdad. En la escueta información de la etiqueta no se menciona entre los ingredientes ningún E200, que es el grupo de los conservantes que se hubieran podido añadir. Sin embargo, el hecho de que se matice que no tiene conservantes “añadidos” hace sospechar que alguien se está cubriendo las espaldas, así como el indicar una fecha de consumo preferente (unos 12 meses desde el punto de venta) hace sospechar que el producto necesita cierto grado de conservación. Sin embargo, todo esto no son más que especulaciones; resulta más interesante el caso de los aromas añadidos.

Obviando el hecho de que tener que añadir aroma a un alimento es ya bastante artificial de por si, conviene saber que la normativa europea distingue entre aromas artificiales, que son aquellos obtenido por síntesis química, pero no químicamente idénticos a sustancias naturales; aromas naturales, obtenidos a partir de una materia de origen vegetal o animal en estado natural o transformada con vistas al consumo humano por procedimientos tradicionales; y otros aromas, idénticos molecularmente a los naturales, pero obtenidos mediante procedimientos químicos.

Cuando son artificiales es obligatorio ponerlo en la etiqueta, y el término natural solo se puede utilizar cuando los aromas cumplen rigurosamente con los requisitos que implica esta denominación. Por tanto, cabe pensar que los aromas añadidos a la Coca-Cola son producidos industrialmente, aunque nos quedamos sin saber cuáles son, a parte de la cafeína.

Uno de los ingredientes que no se mencionan explícitamente en el etiquetado podría ser el extracto de hoja de coca (¿un “aroma”?), que parece se sigue utilizando y del que no se pueden extraer todos los alcaloides de la cocaína, por lo que la bebida contendría trazas de dicho estimulante. En la etiqueta tampoco se indica la cantidad de E-150d que contiene la Coca-Cola, a pesar de que la OMS ha establecido una recomendación sobre la cantidad máxima segura para la salud.

En definitiva, aunque resulta difícil sacar conclusiones dada la falta de información fiable, si de algo estoy seguro es de que la Coca-Cola NO es un producto natural, que convenga consumir regularmente en una dieta equilibrada, por muchos millones que se inviertan en confundir a los consumidores.

Idoneidad para la salud e información para el consumidor

La falta de información, u opacidad, es una de las características principales de las economías de mercado. Al parecer, una de las máxima de esta economía es que “cuanto menos sepa el consumidor, mejor para todos”. ¿Por qué conviene que el consumidor no sepa el origen y composición exacta de productos que consume, la estructura de costes y margen de beneficios de los mismos, o el impacto ecológico y social de su producción? Esta es la clase de información a la que no se da publicidad. Conviene que recordemos que la publicidad es una versión sesgada e incompleta de la realidad.

Por otra parte, me preocupa que los gobiernos permitan a las empresas ocultar información a los consumidores, como pasa con los aceites vegetales, categoría que engloba desde el aceite de coco hasta el de oliva, donde se mezclan sin diferenciar productos con propiedades muy diferentes para la salud (por ejemplo, en grasas saturadas).

En este sentido, el caso de Coca-Cola me parece sangrante, ya que se permite la comercialización de un producto para consumo humano cuya composición exacta es un secreto comercial, y que supuestamente contiene ingredientes secretos sobre los que no podemos conocer su idoneidad para la salud.

Lejos de mi intención acusar esta, u otra, empresa transnacional de anteponer sus beneficios a la salud de la población; ni de poner en duda la diligencia de las autoridades a la hora de proteger la salud pública y regular los mercados en beneficio de los consumidores. Quiero pensar que el secreto de la fórmula de Coca-Cola es sólo una estrategia de marketing y que se ha verificado que los productos de esta marca son seguros para el consumo humano. Sin embargo, me preocupa tener que pensarlo en vez de saberlo, como me preocupa sospechar que mi salud se contabiliza como un gasto en el balance de las empresas de alimentación; y que cotiza en bolsa.

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8 thoughts on “Lo que no dice la publicidad sobre la receta de Coca-Cola”

  1. Os dejo el vídeo de la campaña comentada:

    httpv://www.youtube.com/watch?v=MWBo367hjdE

    Actualización: Siguiendo con la campaña de publicidad veraniega de Coca-Cola, en su siguiente oleada de publicidad (“Chaval“) el departamento de Marketing de CocaCola demuestra que son unos genios mercantilizando nuestros recuerdos e infancias/adolescencias, supongo que para navidad pondrán una coca-cola en el pesebre del niño Jesús.

    Hasta las embarazadas (1′:08”) se quieren tomar una coca-cola, para algo que no está contraindicado tomar (embutidos, verduras sin cocer, frutas sin lavar y pelar). Menos mal que tenemos “una gran capacidad para ser felices” y tolerar toda la mierda vertida sobre nuestra generación. Por cierto, ¿no son un poco grandes esas botellas con las que brindan? Se ve que últimamente necesitamos más felicidad.

    httpv://www.youtube.com/watch?v=bb6BSuWvRlk

    Actualización: Después de “Chaval”, Coca Cola vuelve a la carga con el rollo de su receta supersecreta. Si tan secreta es, el gobierno debería sacar el producto del mercado hasta que tengamos la certeza de que todos los ingrediente son aptos para el consumo. Si no lo es, debería quitar esta publicidad por engañosa.

    httpv://www.youtube.com/watch?v=c_gPC6hMv9k

  2. Como no podía ser de otro modo, los componentes de la Coca-Cola se pueden conocer fácilmente analizándola con cualquier espectrómetro óptico. En el artículo que os enlazo detallan la supuesta fórmula y se comenta que la resistencia de la fórmula ante la copia no es técnica, sino legal: los jueces y el departamento legal de Coca-Cola custodian la fórmula para que nadie copie.

    En dicho artículo también se comenta que más del 10% de la coca-cola es azúcar, lo cual es congruente con los valores energéticos del producto: 385 cal/100g el azúcar refinada vs. 42cal/100g Coca-Cola = 10,9%, suponiendo que la única fuente energética sea el azúcar que lleva).

    A raíz de la discusión generada en los agregadores de noticias, alguien comentaba que en ningún momento se dice que la fórmula sea secreta, aunque la larga historia de leyendas urbanas sobre la marca puedan hacer pensar a algunos incautos que así sea. ¡Nadie está a salvo del marketing!

    Este otro enlace nos dan 18 Razones para no dar tu dinero a The Coca-Cola Company.

  3. Ya pero la publi funciona así. Tambien dice don simon que sus zumos son nutricionalmente equivalentes a una naranja (o dos, las que sea) y no te dicen qué mas tiene que o perjudica la salud directamente o contrarresta las propiedades beneficiosas que pueda tener el zumo…

  4. Los que no dicen la verdad son los de Don Simon y sus engaños para vender más que la competencia. Y para ello no les importa hacer una publicidad que se burla del consumidor.

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